Los corzos, a diferencia de sus primos los ciervos y los gamos, son mucho más comedidos a la hora de proclamar sus amoríos al mundo. Sus celos, aunque igual de intensos, son más íntimos, menos multitudinarios y, como todo en los duendes, mucho más secretos.
Tras guardar a buen recaudo a sus nuevas crías, la hembra campea sin pudor y en la soledad de su entorno, a la espera de que su pretendiente dé la cara.
Tras ganar las escaramuzas, a esperar el momento
Después de pelearse con todo lo que se mueve alrededor de la hembra, el ganador pretendiente espera la ocasión en que esta se deje seducir. En ese momento, se acerca y, suavemente, la empuja, la hurga con la cuerna en los ijares, la roza, la frota… Todo con la intención de que la corza, por fin salga ‘removida’ y se deje cubrir.
Esa época es en la que más se puede disfrutar de la caza del corzo en celo, un auténtico contraste con el celo de otros cérvidos.
En el silencio del amanecer o del ocaso, aparte del momento del lance, podrás disfrutar este momento mágico e íntimo de la naturaleza.
Y, cómo no, en Huntts tenemos preparado tu guía, tu cazadero y tu lance. ¡Entra en nuestra central de reservas y disfruta del silencio de los amoríos de nuestro duende del bosque!
Huntts, ¡vive la caza!